viernes, diciembre 30, 2005

viaje al 2006

Recuentos, cierres, memorias, inventarios, balances, informes, reflexiones, proyecciones, desafíos.

Poner en la balanza, arqueos, clausuras, cuentas públicas, retos.

Todas son palabras que afloran con fuerza en estos días de fin de año, cargadas de una necesidad racional y occidental de saber y contar cuan bien estuvo el año que se nos va y de las expectativas del que se viene. En este lado del planeta comenzamos el primer día de enero nuestro nuevo año, sin detenernos a pensar que del otro lado del planeta están atentos a la luna.

Pareciera que tenemos una cierta necesidad, tal vez inventada, de hacer balances, de medirnos, de cuestionarnos en estas fechas. De llorar y reir intensamente.

Por qué hacerlo en estas fechas o tan sólo en estas fechas. Porque tiene que ser el 31 de diciembre “el momento”. Por qué no hacerlo cuando llega el invierno y necesitamos un tiempo para recogernos y arroparnos. Por qué no en otoño mirando caer las hojas. Creo que ambos son mejores contextos que los acalorados y agitados días de Diciembre.

Por qué no hacerlo simplemente cuando lo necesitamos, cuando el cuerpo lo pide a gritos y el corazón lo reclama, en vez de cuando el calendario lo impone. Debiéramos tener muchos años nuevos en este 2006 que se nos viene, asociados a los ciclos vitales, para poder curar heridas y abrir cauces nuevos, para poder cambiárnosla piel como las serpientes y nacer de nuevo.

Mi deseo de año nuevo para todos, todas y para mi por cierto es poder cambiar la piel cuantas veces sea necesario durante el 2006, para que se vayan las penas, para que florezcan primaveras.

primaveras

como enseñarte a mirar el mundo
detenida y pausadamente
a que aprendas tesoro mío
a encantarte con el verde de las hojas del sur
y los rojos de los cerros altiplánicos
cuando anochese

cómo enseñarte a descubrir el aroma del bosque después de la lluvia
a alimentarte de la brisa del mar cuando toca tu rostro
y que no te abrume la sequedad

como explicarte que basta con ser feliz día a día
con disfrutar del cantar de los pájaros cuando amanece y con el silencio de una tarde en el desierto
vive tesoro mío, hazlo intensa
pero lentamente
que al final del día soñaras primaveras

3 comentarios:

Barbaroja dijo...

¿Es usted doña Claudia?... Bienvenida a la blogósfera.

La estoy leyendo,

Saludos,

Pablo dijo...

Hola Claudia, me ha gustado mucho tu blog leyéndolo ahora con más detención... me gusta la combinación de alguna idea con un poema de regalo, gracias y felicitaciones !!

Mi viaje al 2006 fue más pausado que en años anteriores... pero me gustó e intuyo que este año será especial.

Saludos, Pablo.

rickalgo dijo...

Y por qué no un viaje al 2046?